La unidad de la plantilla y el apoyo total a David predominan en el encierro en la Catedral de los trabajadores de las cafeterías del Aeropuerto.
- El trabajador despedido, David Oliva García, ha decidido comenzar una huelga de hambre.
Han pasado las primeras noches en la Catedral sevillana cuando se cumplen 50 días de huelga indefinida. Llevan tres meses sin cobrar y un duro proceso de huelga con continuos desmanes de la empresa, que no hacen mella en una plantilla que señala seguirá en huelga hasta que David Oliva García, el trabajador despedido, sea readmitido. Esta mañana los trabajadores han recibido la visita del secretario general de CCOO de Sevilla, Alfonso Vidán, quien les ha trasmitido todo el apoyo del sindicato.
La impecable trayectoria humana y profesional de David Oliva García, el trabajador despedido que ha decidido comenzar una huelga de hambre, muestra el sin sentido de la decisión tomada por el grupo Abades y del comportamiento que la empresa está teniendo desde que se hiciera cargo de la gestión de las cafeterías del aeropuerto. Tras varios días de huelga, para reclamar el cumplimiento de los acuerdos internos del convenio, el grupo Abades despedía a David alegando razones económicas. Para la plantilla se trata de una estrategia empresarial para desviar la atención sobre el conflicto, “sin embargo, no han podido con nosotros y, en estos momentos, la readmisión de David es el objetivo principal de nuestras movilizaciones”, relata la presidenta del comité de empresa, de CCOO, Isabel Garrucho.
El trabajador ha cumplido ya sus primeras 24 horas en ayuno. Por ahora permanece fuerte, contando con el apoyo de todos sus compañeros y de su mujer, Laly, trabajadora también de las cafeterías del aeropuerto. Tienen dos hijos, de diez y seis años, “y esto es lo que peor llevamos. Nuestros hijos están ahora mismo con los abuelos y para David no estar con ellos es muy duro”. Ambos llevan más de diez años trabajando en las cafeterías del aeropuerto de Sevilla, “un trabajo que siempre nos ha gustado, donde nos hemos sentido cómodos y hemos gozado de un gran compañerismo, no sólo con el resto de trabajadores sino con la anterior empresa que gestionaba las cafeterías”. Sin embargo, desde la llegada de Abades todo ha cambiado, “hasta el punto de encontrarnos en esta situación”. Laly está convencida de que Abades ha utilizado a su marido como moneda de cambio en todo este conflicto, aunque se muestra muy esperanzada en que se llegará a una buena solución, “tenemos el apoyo de todos nuestros compañeros que, aunque llevan tres meses sin cobrar, tienen claro que mientras que David no sea readmitido no dejarán la huelga”.
La decisión de comenzar el encierro se ha producido tras la última reunión en SERCLA entre trabajadores y empresa. El grupo Abades ofreció ayer que la plantilla se acogiera al convenio provincial de su sector, a cambio de la readmisión del trabajador despedido. Una pérdida de derechos que la plantilla ha rechazado de pleno. La empresa ha ido ofreciendo diferentes acuerdos desde el comienzo de la huelga, “que hemos negociado a pesar de que ya en el mes de febrero quitó a cada trabajador de su nómina 240 euros correspondientes al pago de atrasos salariales que recoge el convenio”.
En primer lugar ofreció abonar 120 euros a cada trabajador, “una propuesta que aceptamos a cambio de la readmisión de David”. Sin embargo la empresa cuando se iba a firmar el acuerdo, señaló que no pagaría los atrasos salariales de 2009 y 2010, “pese a estar éstos reflejados en el pliego de condiciones”. En ese momento se rompieron las negociaciones y la empresa se ha negado a firmar cualquier acuerdo para readmitir al trabajador despedido, “dando muestras de muchas intransigencia y de un comportamiento caciquil, digno de épocas pasadas”.
Los trabajadores se muestran unidos y con ganas de seguir luchando para mantener sus derechos. Su comportamiento está siendo ejemplar ya que llevan tres meses sin cobrar y es necesario recordar que sus salarios están, en la mayoría de los casos, por debajo del umbral de los 1.000 euros.
El trabajador ha cumplido ya sus primeras 24 horas en ayuno. Por ahora permanece fuerte, contando con el apoyo de todos sus compañeros y de su mujer, Laly, trabajadora también de las cafeterías del aeropuerto. Tienen dos hijos, de diez y seis años, “y esto es lo que peor llevamos. Nuestros hijos están ahora mismo con los abuelos y para David no estar con ellos es muy duro”. Ambos llevan más de diez años trabajando en las cafeterías del aeropuerto de Sevilla, “un trabajo que siempre nos ha gustado, donde nos hemos sentido cómodos y hemos gozado de un gran compañerismo, no sólo con el resto de trabajadores sino con la anterior empresa que gestionaba las cafeterías”. Sin embargo, desde la llegada de Abades todo ha cambiado, “hasta el punto de encontrarnos en esta situación”. Laly está convencida de que Abades ha utilizado a su marido como moneda de cambio en todo este conflicto, aunque se muestra muy esperanzada en que se llegará a una buena solución, “tenemos el apoyo de todos nuestros compañeros que, aunque llevan tres meses sin cobrar, tienen claro que mientras que David no sea readmitido no dejarán la huelga”.
La decisión de comenzar el encierro se ha producido tras la última reunión en SERCLA entre trabajadores y empresa. El grupo Abades ofreció ayer que la plantilla se acogiera al convenio provincial de su sector, a cambio de la readmisión del trabajador despedido. Una pérdida de derechos que la plantilla ha rechazado de pleno. La empresa ha ido ofreciendo diferentes acuerdos desde el comienzo de la huelga, “que hemos negociado a pesar de que ya en el mes de febrero quitó a cada trabajador de su nómina 240 euros correspondientes al pago de atrasos salariales que recoge el convenio”.
En primer lugar ofreció abonar 120 euros a cada trabajador, “una propuesta que aceptamos a cambio de la readmisión de David”. Sin embargo la empresa cuando se iba a firmar el acuerdo, señaló que no pagaría los atrasos salariales de 2009 y 2010, “pese a estar éstos reflejados en el pliego de condiciones”. En ese momento se rompieron las negociaciones y la empresa se ha negado a firmar cualquier acuerdo para readmitir al trabajador despedido, “dando muestras de muchas intransigencia y de un comportamiento caciquil, digno de épocas pasadas”.
Los trabajadores se muestran unidos y con ganas de seguir luchando para mantener sus derechos. Su comportamiento está siendo ejemplar ya que llevan tres meses sin cobrar y es necesario recordar que sus salarios están, en la mayoría de los casos, por debajo del umbral de los 1.000 euros.